viernes, 20 de mayo de 2011

20 de mayo de 2011

Tiempo de tormentas, de cielos renegrecidos y trombas de agua.

Con la locuacidad faltona y repetitiva de la campaña electoral como marchamo, a algo más de una semana del fatídico terremoto en Lorca, a remolque del que comienza a ser histórico movimiento del 15 de mayo, en la veloz vorágine de los acontecimientos relacionados con éste último suceso, los españoles (todos, de corazón ardiente y ánimo conformista) parece que hemos despertado...              
                                                                                                                  ...vamos despertando.

El movimiento del 15-M, con las acampadas y el asambleismo que lo caracterizan, con su sucesión de reivindicaciones y entelequias utópicas, con su agrupación de gentes de los más diversos pelajes e ideas, supone y es un cambio en la forma servil y doméstica con la cual el pueblo español ha venido comportándose frente a la clase política que nos ha venido gobernando y representando. Las cosas han cambiado nos gusten o no, creamos o no en las capacidades de este movimento para influir en los modos de comportarse con nuestros dirigentes, en la legitimidad de la que se arropa. 

Las cosas han cambiado, y  todos los españolitos de a pié y a caballo deberiamos verlo, este existir revolucionario que encabezan y dirigen nuestros jovenes (jovenes en paro, jovenes estudiantes sin un futuro, jovenes peinando canas, jovenes hipotecados y  jovenes sin casa, jovenes de espíritu), este  movimiento ha venido a decir ¡¡basta ya!!, a parar una forma de hacer política de espaldas al pueblo (hacer política en congresos de partido y aprobar programas electorales para que el ciudadano los sancione, y sentirse después legitimados para incumplir de modo sistemático lo prometido). Son muchos los que reniegan ya de este juego, esperemos que este caminar juntos, que todo este protestar contra lo establecido, no quede en tormenta estruendosa y primaveral, deseemos que haga florecer un democrático y renovado verdor (no confundir con brotes verdes).


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lunes, 2 de mayo de 2011

29 de Abril de 2011

Decía Borges que siempre llueve en pasado.

Instalados en el pasado, empapados de él, nos hallamos hoy en Badajoz, sin presente ni futuro a los que mirar, como única vista los pretéritos cortinones de agua y los serviles y domésticos paraguas, esos líricos y quiméricos animales de curvado y brillante lomo por la acción de la lluvia, que desaparecen y quedan reducidos  a la cotidiana y simple unión de tela y varillas cuando son cerrados.

Entregados a éste pasado continuo, bañados de él nos encontramos, tienen las calles la poética del tiempo detenido, varado en las torrenteras de agua y en la inmensidad de los charcos, cayendo desde el cielo en monotonía continua. Y sin embargo en los domésticos interiores, en bares y tiendas, el presente se remansa, se pone al abrigo de la lluvia, se enclaustra y casi se detiene y todo es luz difusa y golpeteo contra los cristales. Un presente de televisores con boda real inglesa, la monarquía y su costumbrismo, otro acontecer en presente continuo.