viernes, 18 de marzo de 2011

VANIDAD


Hacer primavera de la escritura, conseguir broten imágenes como hojas de las desnudas ramas negras de los parrafos. Volver a dar vida vegetal al blanqueado papel, tornarlo en algo más valioso, hacerlo flor, adorno presuntuoso de mi vanidad y mi ego.

Así como algunas plantas utilizan sus flores para que los insectos polinicen a otras plantas, uso yo la pura, nivea flor del papel, para que fecunde mis palabras en otras mentes, hacia otros tiempos, más allá de éste que ahora mismo habito.

martes, 15 de marzo de 2011

Infancia

Cáceres es un oasis de tranquilidad, un remanso de luz varada, un capacho lleno de pureza, la pureza de mi infancia en sus calles, la luz detenida en sus torres, la tranquilidad que emana de su cotidiano día a día, ese acontecer pausado, de café a media mañana y siesta vespertina.
 
Llega a Cáceres este pacense adoptivo para calmar su sed de recuerdos y evocaciones de cuando era niño, para realizar gestiones (digestiones), que me permiten recorrerla, habitarla, verla titilar frente a los ojos, percibir sus latidos bajo mis pisadas, sentir respirar a sus paseos y a sus plazas, ser cacereño de nuevo por unos  días, por unos momentos, por unas horas. Aunque los que me conocen me saquen de entre la masa de cacereños anónimos para ubicarme como badajocense, como emigrado, seguros ellos en su Cáceres natal, en su Cáceres adoptivo, sin estar sometidos a las puntiagudas esquirlas de la añoranza...

 Llego a Cáceres con el alma soñadora, alegre, saltarina, con el ánimo enchido, feliz.

Vuelvo a mí Cáceres de primaverales noches, olorosas y platerescas, a esa ciudad aniñada, gozosa, de angostos veranos y eneros gélidos, de otoños suaves, casi cariñosos. Llego desde mi Badajoz moruno y sucio (afortunadamente cada vez más limpio y acojedor), desde esta meseta eterna, alargada; llego a esos llanos donde anidan las abutardas, y me siento de nuevo en mi casa, mi hogar de niño, mi jaima. Y que feliz soy durante esos instantes.

Después vuelvo a Badajoz y atrás queda el niño, aquí me aguarda lo que más quiero y mi feliz ciudad de adulto.