Al contrario que el coyote todos llegamos a la hora, almas errantes de papel y alambre, gentes ficticias; todos emprendimos el viaje desde nuestros mundos de cartulina para acabar llegando a la plaza de toros de Olivenza anoche, en la que un pletórico Manolo García cantó a la alegría de vivir y a la importancia de lo nímio.
Con puntualidad británica (hora prevista de inicio del concierto las 22´30H) se hizo la oscuridad en el recinto, y una luz tenue llenó el escenario dando comienzo al evento que habría de prolongarse durante casi tres horas, pasando de los momentos pausados, casi acusticos de las canciones de sus discos anteriores, a los más rockeros y eléctricos de su reciente trabajo "Los días inciertos", sin olvidar algunas reinterpretaciones de alguna de sus canciones míticas, desde la potencia musical de las guitarras eléctricas.
Volaron "Aviones plateados" en la noche oliventina, los asistentes caminamos por las estrechas calles de "Levedad", precisando soles que brillaran para alumbrarnos, nos fuimos esa noche a San Fernando, amamos desesperadamente un año y otro año y fuimos recorriendo el repertorio del músico barcelonés a la sombra de la sombra de la sombra de su sombrero con "Compasión y silencio"
No faltó un homenaje a Miguel Rios y a los músicos que empiezan con la interpretación de "Insurrección" y tras de esta todos flotamos como "Pájaros de barro" sobre el coso de Olivenza. Acabo el concierto con la interpretación de la tradicional ranchera que el artista reserva para estos momentos, una noche de magia y música, y la poesía fulgurante que caracteriza a las canciones de Manolo García.
