sábado, 19 de febrero de 2011

ENERO EN PROSA

Al otro lado de la ventana, tras el cristal traslúcido se ofrece, el mar del cielo con litros y litros de aire por los que dejar navegar la imaginación, o entre los que intentar hacer nadar la mirada hacia la orilla del horizonte.

La mañana es fría a pesar del sol. En los árboles otoñecidos hace unos meses con sus copas desvestidas de follaje, vuelan de rama en rama los gorriones como hojas con las alas desplegadas, detenidas en su vuelo por instantes.

Los cálidos labios del sol me besan las mejillas mientras yo meso mis barbas y la bufanda de lana me abriga la voz, arrugada manzana.

ENERO FENECE.




ENERO EN VERSO

Al otro lado de la ventana
tras el cristal traslúcido se ofrece
el mar del cielo
con litros y litros de aire
por los que dejar navegar la imaginación
o entre los que intentar hacer nadar la mirada
hacia la orilla del horizonte.

La mañana es fría  a pesar del sol;
en los árboles otoñecidos hará unos meses
con sus copas desvestidas de follaje
vuelan de rama en rama los gorriones
como hojas con las alas desplegadas
detenidas en su vuelo por instantes.

Los cálidos labios del sol
me besan las mejillas
mientras yo meso mis barbas
y la bufanda de lana me abriga
la voz, arrugada manzana.

Enero fenece.