domingo, 2 de enero de 2011

José María Gabriel y Galán

Llego hace unos días el helador invierno, con sus matutinas heladas que encanecen por unas horas la ciudad y desecan las plantas, las queman de frío.

Cáceres es en estos días una ciudad caótica, bulliciosa, transitada. Ajena a todo este tránsito y bullicio, en pleno paseo de Cánovas, junto a la Cruz de los Caídos, se encuentra inmóvil y férrea la estatua de José María Gabriel y Galán (el poeta salmantino que rimó "Extremeñas") sobre su pedestal con bueyes labrados, con los hombros llenos de la caspa del rocío.

Dentro de unos días el 6 de Enero, en la alegre mañana de los niños, vendrán a homenajearlo como otros años, los próceres de la cultura local, abrigados de poesía y jersey de lana; quizás acompañados como el pasado año de la alcaldesa Carmen Heras, con su pelo rojo y su abrigo malva, añadiendo más color a la colorida mañana de los juguetes nuevos.

Despues del homenaje quedará, un año más, sola la efigie del poeta en pleno corazón de Cáceres (pudiendo ser vista por todos, olvidada por todos hasta el año siguiente), en la mañana de luz entre niños gozosos, felices, blancos, puros; entre padres y madres también blancos ese día, niños de nuevo; quedara solo e inexpresivo, con alguna cenefa más de excrementos de pájaro ornándolo.

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